Acerca de la ANM

La Academia Nacional de Medicina es una entidad civil sin fines de lucro y su autonomía es importante porque ofrece la posibilidad de trabajar e investigar con continuidad en un medio totalmente ajeno a los vaivenes políticos, a las influencias gubernamentales y a los intereses personales, dedicándose exclusivamente a lo científico.

Los objetivos de la Academia están claramente expresados en los Estatutos y pueden resumirse así: estudia cuestiones científicas y técnicas relacionadas con la medicina; evacua las consultas que le formulan los poderes públicos; dedica preferente atención a los problemas relacionados con la salud pública; promueve la investigación científica; expresa opinión sobre asuntos de interés trascendente de carácter médico; establece relaciones con las instituciones relacionadas con la ciencia médica, nacionales y extranjeras, fomenta por todos los medios a su alcance el culto de la dignidad y la ética en el ejercicio profesional y ofrece su tribuna a todos los expertos que deseen exponer sus temas de investigación.

La Academia Nacional de Medicina, preocupada por la conducta humana en el campo de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, ha efectuado varias declaraciones en torno a problemas clásicos en medicina con el fin de contribuir a humanizar la relación médico – paciente, ya que esa relación está basada en los derechos que tiene el paciente y, por ende, en el respeto a la persona humana desde la concepción hasta su muerte, ya que la medicina tiene al hombre como principio y fin de todo acto y, cuando se olvidan los valores morales, se pone en riesgo el bien del paciente.

La Academia Nacional de Medicina nace a poca distancia del amanecer de la patria. Fue creada por Bernardino Rivadavia, entonces Ministro de Gobierno de Martín Rodríguez, en 1822 y es la más antigua de América. El decreto de su creación, que data del 9 de abril de 1822, fue denominado «Arreglo en la Medicina».

Entidad rectora en medicina, su historia se inicia a la par de la enseñanza universitaria de la medicina en el país. Su larga trayectoria es el resultado de afanes, del esfuerzo de quienes contribuyeron y contribuyen con su acción y su trabajo al progreso y la dignidad del arte médico.

Su señorial sede está situada en Av. Las Heras 3092 de la ciudad de Buenos Aires y fue inaugurada el 16 de abril de 1942.

En el año 1972 la Academia Nacional de Medicina celebró con diversos actos el sesquicentenario de su creación y, en esa ocasión, fue acuñada una medalla conmemorativa.

A su vez, y también con motivo de esta celebración, el señor Académico Marcial I. Quiroga, que años después fuera designado Presidente de Honor de la Corporación, escribió «La Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires 1822-1972», obra en la que relata la historia de la Institución durante el transcurso de esos ciento cincuenta años, distinguiendo seis períodos sucesivos y puntualizando los fines y las normas imperantes en cada uno de ellos.

En marzo de 2000, veintisiete años después de la primera, apareció la segunda parte de «La Academia Nacional de Medicina», que abarca el período 1973 – 1999.

Aspectos arquitectónicos

Descripción de las alegorías que componen las esculturas del frontón de la fachada principal de la academia nacional de medicina y de las pechinas del salón de actos de la institución efectuada por su autor, el escultor Antonio Peretti (1942).

FRONTON DE LA FACHADA PRINCIPAL SITA EN AV. LAS HERAS 3092

La parte central lo forma el Escudo Nacional colocado sobre un cartucho grande que abarca desde el apoyo que le da la cornisa, hasta el vértice de la línea de la tabla del frontis.

Dos cornucopias laterales simbolizan la riqueza de conocimientos adquiridos por la ciencia a través del transcurrir de los tiempos, el acopio de material cultural científico, que requiere el difícil arte de la medicina.

Partimos del lado derecho del cartucho para describir las alegorías:

1º) La ciencia médica sentada y, de su desnudez, cual verdad aspirada, retiene en su mano la serpiente venenosa, de donde hará destilar la ponzoña para convertirla en benefactor suero, al servicio de la salud de la humanidad.

2º) Al dorso se halla la hermana de Caridad que, cumpliendo su acción humanitaria con la medicina, sostiene y alienta con la dulzura de su espíritu, al niño enfermo por males hereditarios, incurables donde la ciencia médica pondrá nuevos conocimientos a solucionar tan arduo problema; le rodea la vejez que, en su dolor de sentirse próxima al fin de la vida, recurre al corazón de la Hermana a que le consuele lo que para el espíritu necesita, bello complemento que se une a la medicina.

Le siguen dos niños plenos de salud, retozan cual ajenos a la lucha que deberán soportar en el recorrer de la vida, de los seres organizados que la naturaleza ha destinado.

Debajo de ellos dos ovejas que simbolizan la paciencia, la perseverancia necesaria en el campo científico para arribar a la meta del triunfo del intelecto sobre el mal.

Lado izquierdo del cartucho:

El hombre, que en actitud de concentración analítica, toma el cráneo humano para descifrar los misterios que encierra la anatomía general.

Detrás de él se encuentra la sensibilidad de la perfección triunfante sobre los misterios de la vida, del triunfo obtenido por los cerebros que fueron alejados de los azotes de la humanidad, que tantos estragos hacían en épocas muy pretéritas.

Sigue la ciencia natural despertada por el hombre fuerte de alma y cuerpo que, apoyada su mano izquierda sobre el orangután, sintetizan la lucha entre el sentimiento y la razón, entre lo fatuo, entre los mitos y la verdad razonada y analítica de la ciencia a través de hallar los eslabones de la cadena infinita que componen los seres de la tierra.

El can, símbolo de aquella conquista grandiosa que libró al mundo de la hidrofobia y cimentó sobre bases más seguras y positivas en sus resultados de la sueroterapia.

El ave y la cavia, entre ellos el adolescente, animales que con tantos experimentos efectuados sobre ellos, cierran los símbolos que componen el frontis.

Problema difícil de solución escultórica por cuanto se trata de un frontis cuya altura es un poco grande en relación con su longitud, donde era necesario unir el símbolo de la Patria con el carácter de la obra, vale decir la fuerza Nacional con el valor de la Academia Nacional de Medicina.

Fue necesario utilizar el alto relieve para obtener el efecto necesario en lo clásico del estilo del edificio, dado que el orden del mismo así lo requería, donde las columnas sin estrías para dar la sensación de solidez, son rematadas por capiteles, cuya decoración está circunscripta dentro de la misma masa pétrea.

De modo que el claroscuro que se ve en la fachada, forma un conjunto armónico en todo, tanto como color de sus sombras y luces, como para las líneas estáticas de las figuras que se complementan entre sí.

SALON DE ACTOS DE LA ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA (AULA MAGNA)

Si difícil era el problema del frontis de la fachada, sumamente mayor lo era el del Salón de Actos, dado que siendo compuesto por cuatro arcos que se entrelazan en sus partes superiores en un círculo central que los liga entre sí, nos hallábamos con cuatro pechinas grandes, de una altura de 7,5 x 6,5 m de apertura, donde por su plano curvo era difícil solucionar su decoración. Se pensó en principio colocar obras pictóricas, pero el artesonado de los arcos, así como también el fondo a medio punto del escenario, reclamaban que impresionando un salón construido en piedra, lo más adecuado y armónico era colocar motivos escultóricos en las pechinas.

Las opiniones favorecían el arte pictórico, porque se sostenía que como este arte es definido por el dibujo y color, las figuras no eran susceptibles de deformación por los escorzos que el espesor produce en las esculturas; primero, por ser colocada en un plano curvo, y segundo, por hallarse ubicadas muy altas fuera del punto horizontal de la visual.

El problema fue estudiado por el escultor, contra todas las opiniones, menos el arquitecto de la obra, que compartía y discutía con los demás.

Se estudió una maqueta de conjunto del Salón a la escala de 4 centímetros por metro; completamente estudiada y modificada de lo dibujado en los planos, pues era necesario que los arcos no fueran circulares sino de cercha para dar mayor realce, mayor impresión de solidez.

Se modelaron las pechinas con bajorrelieves alusivos a símbolo del local al que eran destinados; entonces comenzó a notarse que el problema tenía realmente la solución; era factible ejecutarlas en escultura pero todavía quedaba ver en una escala mayor cuál era el efecto que produciría y si no llegarían a realizarse escorzos, los cuales deformarían de tal manera las figuras que resultarían de un mal efecto de los mismos, lo que hubiese quitado la posibilidad de realizarlo en tamaño mayor.

Visto esto se estudiaron otras cuatro maquetas a la escala 1/5 del tamaño natural, donde ya por su dimensión sería posible ver con claridad si el problema era de solución favorable y de aplicación a estas pechinas.

Una cosa difícil fue hallar la proporción de las figuras, que apoyan en el plano inferior, en relación con los superiores, parte que la pechina va abriéndose y la figura deben conservar idénticas proporciones, en la distancia y no parecer que se apoyan sobre las figuras inferiores; se logró esto y también hallar el aplomo estético de las figuras, para que dieran la sensación de apoyo en el vacío, cosa muy dificultosa por los espesores que reclamaran el tamaño de los mismos y la distancia a que iban a encontrarse con la visual del observador. Es de imaginarse que las figuras inferiores miden un alto de 3 metros y las superiores, 2,55 metros, requerían espesores de más de 10 centímetros, que si no se hubiese empleado posiciones de las mismas bietéticas, los escorzos habrían aparecido y deformado la obra. El otro problema eran los enormes fondos a decorar con lógica y adecuados a los mismos símbolos, que necesariamente recaían en el mismo fundamental problema que las figuras.

Por lo expuesto y lo que puede verse en el mismo salón, el problema quedó resuelto y bien armónico con todo el conjunto, sin deformación alguna, que era el temor práctico del asunto.

DESCRIPCION:

Lado derecho: Lo componen las tres funciones del cuerpo. La figura inferior representa la circulación; es la de una mujer sosteniendo un corazón en su mano, conectado a un cardiógrafo Marey.

En el plano superior, dos figuras de mujeres que simbolizan con la auscultación, la función de la respiración; al lado mismo dos mujeres que, sosteniendo una de ellas el estómago, forman la alegoría de la función digestiva.

Lado izquierdo: La parte inferior de la pechina la forma una mujer con el bisturí en la mano derecha y una pinza en la izquierda, para simbolizar la cirugía; sobre la parte superior se hallan dos figuras femeninas, una de ellas aplica en el brazo una inyección, simbolizando con ello la Sueroterapia; al costado, otras dos mujeres, de las que una de ellas explora el fondo de la boca para representar la Laringoiatría.

Lado posterior derecho: Debajo de la pechina una figura de hombre en actitud de esfuerzo, y a sus pies lleva la pila aplicada a las extremidades inferiores de la rana, primeros experimentos de Galvani, simbolizando el sistema nervioso; en la parte superior la primera figura, el principio de la locura; a su lado al clownismo de la gran historia le sigue el espíritu de duda y persecución; al lado, termina con la melancolía, lo que representa un conjunto de historia sintética del sistema nervioso.

Lado posterior izquierdo: En la parte inferior de esta pechina, la figura viril de hombre con el microscopio en sus manos, mirando por él, para sondear los intrincados problemas del misterio que encierra la naturaleza. En la parte superior, la figura que representa la física médica; le sigue la química con sus retortas, la botánica con sus estudios comparativos, terminando con la bacteriología.

Para los fondos se utilizaron paisajes que unieran el símbolo de las figuras, de modo que fuera en todo armónico; ellos fueron realizados con formas sumamente bajorrelieves para obtener la perspectiva necesaria y la colocación de fondo que reclamaban las figuras y las dimensiones enormes de los espacios libres de las mismas pechinas.

Delicado fue también el patinado de la pintura del Salón, buscando una entonación adecuada al sistema arquitectónico del mismo, hallando esfumadoras que fueron llevadas a feliz término con las continuas indicaciones que se fueron haciendo en el sitio.

Este salón puede considerarse como uno de los pocos existentes en el mundo, donde fue solucionado con escultura lo que era más fácil de ejecutar decoración con pinturas; quizá sea el único que tenga pechinas con figuras tan grandes en bajorrelieve y proporcionadas con justeza para la visual del que observe.

Como conclusión puede sintetizarse lo siguiente:

1º) Que estudiando bien sin improvisaciones, que nunca llegan a resolver nada, puede emplearse como gran decoración para espacios grandes la escultura, donde es más armónica con el conjunto arquitectónica.

2º) Que dejando de lado las simples decoraciones usuales, para locales o fachadas debe emplearse la decoración escultórica simbólica, para armonizar eurítmicamente la arquitectura y la escultura descriptiva.

3º) Que con esto el arte escultórico decorativo, viene a ser el verdadero complemento de la arquitectura, como lo fue y lo debe ser, todo aquello debe encerrarse en los cánones misteriosos, pero no insondable de los pueblos que se llama belleza.