Día Mundial del Medioambiente 2024
Celebración 5 de junio de 2024
Jorge Neira[1]* y Jorge Errecalde[2]*
*Coordinadores de la Comisión Interacadémica Una Salud
Está científicamente aceptado que nuestro planeta se encuentra en la era geológica denominada Holoceno (última etapa del Período Cuaternario) que comenzó al final del último período glacial hace aproximadamente 11.700 años. La única especie humana que ha vivido durante esta época es la del Homo Sapiens, quien pasó de ser cazador/recolector a desarrollar la agricultura y la civilización a través de la fundación de ciudades.
Recientemente, y para enfatizar el impacto que los seres humanos produjeron por su actividad sobre nuestro planeta, se ha propuesto la denominación de Antropoceno. Un interesante artículo de National Geographic© (https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/que-es-antropoceno-5-claves-para-entender-propuesta-era-geologica_21853) refiere que “es a Paul Crutzen[3], un científico de la atmósfera, a quien se debe al auge del término. Él comenzó a enfatizar que el impacto humano, desde hace cientos de años, está definiendo la última era geológica”.
En dicho artículo, la Dra. Blanca Emma Mendoza Ortega[4] refiere que “se han propuesto varios momentos. Los más pronunciados son el inicio de la Revolución agrícola (entre 12 y 15 mil años atrás), el inicio de la Revolución industrial (1.780, aproximadamente) o, incluso, el inicio de la era atómica en la década de 1950, llamada “Gran Aceleración”, por el dramático incremento de la actividad humana. Esta exacerbación ha sido causada por el aumento de la temperatura terrestre, la cual es ocasionada principalmente por el dióxido de carbono y el metano, que son, a su vez, productos de la actividad humana. Es importante enfatizar que el cambio global es ya irreversible, solo podemos mitigar sus consecuencias y adaptarnos al mismo. Mitigar el calentamiento global es responsabilidad de todos, tanto a nivel internacional, como nacional e individual. En este último ámbito, hay prácticas que pueden apoyar, como cuidar el agua, moderar el consumo de energía, separar la basura, reusar y limitar el consumo de productos de origen animal”.
Refieren los científicos Liz-Rejane Issberner[5] y Philippe Léna[6], en una actualización reciente (Mayo de 2023) del Correo de UNESCO (https://courier.unesco.org/es/articles/antropoceno-la-problematica-vital-de-un-debate-cientifico) que, “entre 1987 y 2015, un vasto proyecto científico pluridisciplinario (Programa Internacional sobre la Geosfera y la Biosfera - PIGB; The International Geosphere-Biosphere Programme – IGBP, http://www.igbp.net/), acopió numerosos datos sobre el impacto de las alteraciones antropógenas en los parámetros del sistema Tierra. Otros estudios emprendidos en el decenio de 1950 sobre las muestras de hielo antiguo del Antártico y la actual composición de la atmósfera –investigada por el Observatorio de Mauna Loa (Hawái)– pusieron de manifiesto la veloz acumulación de las emisiones de gases de efecto invernadero y, más concretamente, de las de dióxido de carbono. En 1987, se creó el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático- IPCC; https://archive.ipcc.ch/home_languages_main_spanish.shtml), encargado de evaluar las repercusiones de ese fenómeno en el clima. Agrupando todos esos datos, Johan Rockström y Will Steffen, junto con sus colegas del Centro de Resiliencia de Estocolmo https://www.stockholmresilience.org/research/research-news/2015-02-19-reconnect-to-the-biosphere.html), confeccionaron, en 2009 y 2015, una lista con nueve límites del planeta que sería sumamente peligroso traspasar (ya producido en cuatro de ellos), a saber: el clima, la alteración de la cobertura vegetal, la erosión de la biodiversidad o la desaparición de especies animales (sexta extinción de la vida en la Tierra) y la alteración de los flujos biogeoquímicos, en los que los ciclos del fósforo y el nitrógeno desempeñan un papel esencial. También mostraron cómo se habían disparado desde la Segunda Guerra Mundial todos los indicadores disponibles sobre consumo de recursos primarios, utilización de energía, crecimiento demográfico, actividad económica y deterioro de la biosfera. Por eso llamaron a esta época “la gran aceleración”. Otros observadores hablan incluso de un periodo de hiperaceleración, a partir del decenio de 1970. Todas esas tendencias se han calificado de insostenibles”.
Continúan afirmando que “parece haber un consenso sobre el hecho de que varios parámetros del sistema terrestre han empezado a evolucionar fuera del espectro de variabilidad natural de la época holocena, y también se admite cada vez más el uso de la expresión época antropocena para especificar que esa evolución es de origen humano. Un reducido número de científicos ha propuesto que el Antropoceno figure oficialmente en la lista de épocas geológicas al igual que el Holoceno o el Pleistoceno. Un Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno (AWG) se ha encargado de presentar esta propuesta a la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (UICG). No obstante, para que los especialistas en estratigrafía la refrenden, es necesario que se compruebe la existencia de una ruptura universal entre las capas sedimentarias de dos épocas geológicas y considera que todavía no hay una prueba suficiente de esa ruptura, a pesar de que se ha constatado, desde 1850, la presencia de carbono antrópico en los sedimentos. El grupo propone que el cambio de periodo se fije en 1950, año de arranque de “la gran aceleración” y de la aparición de diversos compuestos químicos y partículas de plástico de origen antrópico en los sedimentos. De todos modos, aunque no se llegue a reconocer todavía que el Antropoceno es una época geológica, eso no invalida el uso que los científicos están haciendo de este concepto.
Es muy importante destacar su comentario de que “en los últimos 40.000 años por lo menos el ser humano ha influido cada vez más en el medio ambiente, contribuyendo por ejemplo a la desaparición de la megafauna americana y australiana. De ahí que algunos científicos se pronuncien por un Antropoceno de larga duración, dividido en épocas como la industrialización capitalista (1850-1950) y la gran aceleración. La mayoría de ellos reconocen, no obstante, que es necesario dejar de lado, de una vez por todas, toda visión lineal y determinista del tiempo histórico. Desde finales de la Segunda Guerra Mundial, algunos científicos advirtieron que el modelo económico occidental no era sostenible y que tampoco se podía generalizar. Pero la dinámica creada no paró y la situación se agravó a principios del decenio de 1970. Los datos científicos se fueron acumulando y las señales de alerta se multiplicaron. En esos dos momentos habría sido posible emprender otro camino, pero hoy resulta mucho más difícil hacerlo. Sorprende mucho que las ciencias humanas y sociales no hayan abordado durante mucho tiempo esta problemática, a pesar de ser determinante para el futuro de la humanidad y tendrán que elaborar y dominar instrumentos y conocimientos inéditos para responder a los problemas planteados por esta nueva era de la humanidad: desastres de la naturaleza, energías renovables, agotamientos de recursos naturales, desertificaciones, ecocidios, contaminaciones generalizadas, migraciones, injusticias sociales y medioambientales, etc. Sorprenden mucho más la lentitud y el apocamiento de las reacciones de los dirigentes políticos y las sociedades en general. Un análisis matemático de las redes de referencias nos muestra que desde principios del decenio de 1990 ya existía un consenso sobre el cambio climático en los artículos científicos dedicados a este tema. Por eso, y teniendo en cuenta el agravamiento de la situación, no se acierta a comprender por qué son tan poco audaces los esfuerzos realizados para reducir las emisiones de gases de efecto de invernadero. ¿Qué obstáculos impiden que las negociaciones internacionales sean más eficaces? Dejando aparte la intencionalidad de esos obstáculos, no cabe duda que en lo referente al cambio climático, por lo menos, la comunicación entre el mundo de la ciencia y la sociedad carece de fluidez. De ahí que el IPCC haya adoptado un nuevo enfoque en su VI Informe de Evaluación (IE6) para sensibilizar a los ciudadanos, y no exclusivamente a los encargados de tomar decisiones”.
Enfatizan que “la huella ecológica humana sobrepasa en 50% la capacidad de regeneración y absorción del planeta, y 80% de la población mundial vive en países cuya capacidad biológica ya es menor que su huella ecológica. Brasil –al igual que otros países del continente americano– posee todavía un amplio excedente de capacidad biológica, pese a que consume el equivalente de 1,8 planetas. Sin embargo, 26% de sus emisiones de gases de efecto de invernadero se deben a la deforestación. Una porción importante de su huella ecológica procede de la exportación de productos primarios causantes en buena medida de esa deforestación. El sistema competitivo mundializado busca por doquier abastecimientos al menor costo, fomentando así una extracción abusiva de recursos naturales en muchos países y el acaparamiento de tierras en otros. Si fuera posible suprimir desde ahora la totalidad de las emisiones de dióxido de carbono de los países de ingresos altos, no sería suficiente para reducir la huella de carbono mundial y no sobrepasar los límites impuestos por la biosfera hasta 2050. En otras palabras, a pesar de las grandes diferencias de desarrollo económico y riqueza de recursos naturales existentes entre los países del mundo, todos ellos tendrán que esforzarse por solucionar el problema más apremiante del periodo antropoceno y reducir en proporciones drásticas sus emisiones de gases con efecto de invernadero. La solución encontrada el 22 de abril de 2016, fecha de la firma del Acuerdo de París, consistió en pedir a los países que contrajeran compromisos voluntarios, en vez de imponerles criterios establecidos a nivel mundial. Sin embargo, “a los gravísimos problemas medioambientales de la época antropocena no se les otorga la debida prioridad en los proyectos y programas de las sociedades del mundo entero. Parece como si la humanidad estuviera viendo aletargada una película y esperando que en la secuencia final aparezcan los héroes salvadores que le van a solucionar todo para su mayor felicidad”.
Es indudable el enorme impacto que generan estas situaciones anteriormente planteadas sobre los seres humanos que habitan el planeta. En ese sentido, en el Capítulo Una Salud presentado durante la XII Reunión Interacadémica (2024)[7], el Grupo redactor de la Comisión Interacadémica Una Salud[8] refiere que “La Tierra es solamente un granito de arena en las infinitas playas del Universo. En nuestro planeta la historia del hombre representa solamente una efímera pincelada. Litósfera, atmósfera e hidrósfera, combinadas en un maravilloso equilibrio con todas las formas de vida dan forma a la biósfera. Sus primeros habitantes, miles de millones de años atrás, las bacterias y arqueas, siguen siendo aún el soporte vital del planeta.
¿Qué le hace el hombre al planeta que no sea, simplemente, volverlo hostil para la vida humana? Serán las fuerzas naturales las que seguirán poniendo las cosas en orden. La biósfera, ese maravilloso lugar que habitamos y maltratamos, siempre logra equilibrarse y eso lo seguirá haciendo con o sin humanos.
Desde nuestro punto de vista, la biósfera enfrenta una serie de problemas, tanto antropogénicos como naturales. Entre los antropogénicos debemos nombrar a los diferentes tipos de contaminación: sonora, radioactiva, lumínica, térmica, química, biológica. Problemas vinculados a la explotación no sustentable de recursos: agricultura intensiva, deforestación, pérdida de biodiversidad, asociada a veces con invasiones biológicas, emisiones de gases de efecto invernadero, emisiones contaminantes y de partículas en suspensión, entre otros. Por otra parte, fenómenos naturales como grandes tormentas, terremotos, maremotos, erupciones, etc., pueden generar contaminaciones de todo tipo”. A ello debemos agregar, la contaminación de suelos, ríos, lagos, mares, hielos y atmósfera, que están afectando al planeta y a la vida que habita en él. El calentamiento global es el más sonado de ellos, por la facilitación en la producción del aumento de fenómenos naturales, como huracanes, ondas de calor, sequías o inundaciones.
“Todos los problemas mencionados tienen, en mayor o menor medida, un impacto directo en la salud. En la era contemporánea, la noción de salud ha evolucionado más allá de los confines tradicionales de las instituciones sanitarias (clínicas y hospitales), abarcando un panorama más amplio y complejo que involucra a humanos, animales, plantas y al entorno en el que coexisten. Este enfoque integral, conocido como "Una Salud", reconoce la interdependencia entre la salud humana, animal y ambiental, entendiendo que las enfermedades no conocen fronteras y que los desafíos sanitarios están intrínsecamente ligados a la salud de nuestro planeta.
En este contexto, la salud no puede ser considerada de manera aislada. Debe entenderse como un sistema interrelacionado donde las enfermedades humanas, animales y vegetales están entrelazadas con la patología medioambiental y las zoonosis. Las fronteras entre estas categorías se desdibujan, evidenciando la necesidad de una perspectiva global y transdisciplinaria para abordar los complejos desafíos que enfrenta la salud en la biósfera.
Las enfermedades emergentes y reemergentes son indicadores cruciales de la interconexión entre los distintos componentes de la salud. Estas afecciones, muchas veces originadas en la interfaz entre humanos, animales y medio ambiente, subrayan la importancia de comprender y gestionar los factores que contribuyen a su emergencia y diseminación. Factores como la contaminación, el cambio climático, la globalización, el crecimiento demográfico, la deforestación, la agricultura intensiva y la resistencia microbiana son elementos fundamentales que impulsan la dinámica de las enfermedades en nuestro mundo actual. Una Salud busca integrar soluciones que promuevan un equilibrio sostenible en esta interfaz, reconociendo que la salud de un componente afecta directamente a los demás.
Una Salud emerge como un enfoque imperativo para abordar los problemas urgentes que enfrenta la humanidad en interacción con nuestro planeta todo. Este paradigma nos insta a superar las barreras disciplinarias y geográficas, colaborando a nivel mundial para preservar la salud en su sentido más holístico. Se reconocen los aportes de Rudolf Virchow (1821-1902), fundador de la biología (patología) celular, quien estableció que “entre la medicina animal y humana no hay líneas divisorias ni debería haberlas”, acuñando consecuentemente el término de zoonosis. Asimismo, Sir William Osler (1849-1919), conocido como el padre de la medicina moderna,ya había realizado importantes avances en las ciencias médicas, veterinarias, así como en la enseñanza académica y en el laboratorio hacia 1884.
En el origen del concepto actual de Una Salud se destaca la labor de dos líderes veterinarios del siglo XX, el Dr. James Harlan Steele (1913-2013), reconocido como el pionero de la salud pública animal y fundador de la división animal del CDC (Centers for Disease Control and Prevention, https://www.cdc.gov/) en 1947, y el Dr. Calvin Schwabe (https://senate.universityofcalifornia.edu/_files/inmemoriam/html/calvinwschwabe.htm), fundador de la epidemiología veterinaria, quien acuñara el término “Una Medicina” en la década de 1970, con el objetivo de integrar los campos de la medicina humana y la veterinaria.
Desde el concepto "Una Medicina", en 2004, se creó el concepto "Un Mundo - Una Salud"; la Asociación de Medicina Veterinaria de Estados Unidos (American Veterinary Medical Association, https://www.avma.org/) lanzó una Iniciativa de Una Salud (“One Health Initiative Task Force”), en 2008, la Organización Mundial de la Salud (OMS), Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) tomaron formalmente el concepto “Una Salud” y, en marzo de 2022, cuatro organizaciones internacionales (la FAO, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente [PNUMA], la OMS y la OMSA), firmaron un acuerdo para reforzar la cooperación. Otras agencias internacionales como InterAcademy Partnership (IAP, https://www.interacademies.org/), One Health Platform (https://www.interacademies.org/event/one-world-one-health) y su vínculo con la International One Health Coalition (https://onehealthday.com/ohp/who-we-are/international-one-health-coalition) han desarrollado distintas iniciativas al respecto.
En 2023, se creó en Buenos Aires, la Comisión Interacadémica Argentina Una Salud[9] a fin de promover la difusión y el abordaje inter y multidisciplinario en temas de salud animal, salud humana y salud ambiental; identificar temas con base en el concepto Una Salud relevantes para la comunidad; analizar el material bajo un abordaje holístico e interdisciplinario; visibilizar los temas analizados; definir, por consenso, la necesidad de comunicarlo a la comunidad profesional y a la sociedad en general y establecer estrategias de comunicación y educativas de temas identificados y analizados. La Comisión Interacadémica Una Salud efectuó su acto de Lanzamiento Oficial 27 de septiembre del año 2023 (https://anm.edu.ar/lanzamiento-de-la-comision-interacademica-una-salud/).
El Día Mundial del Medio Ambiente, se celebra el día 5 de junio de cada año, en conmemoración de la Primera Conferencia Mundial llevada a cabo entre el 5 y el 16 de junio de 1972, bajo el auspicio de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en la ciudad de Estocolmo, en la que se abordaron las cuestiones relativas al medio ambiente, que se ha convertido, en la actualidad, en una de las fechas más importantes del calendario de la ONU (https://www.un.org/en/conferences/environment/stockholm1972). Se acordaron una serie de principios para el manejo adecuado del medio ambiente, que se materializó en la Declaración de Estocolmo y Plan de Acción para el Medio Ambiente Humano (Stockholm Declaration and Action Plan for the Human Environment).
En la citada página, se refiere que la Declaración de Estocolmo (https://documents.un.org/doc/undoc/gen/nl7/300/05/pdf/nl730005.pdf?token=X4ZxwnbpgfBhBvIW2e&fe=true) “contiene 26 principios, y colocó los temas ambientales en el primer plano del interés internacional marcando el comienzo de un diálogo entre países industrializados y en desarrollo, en relación con el crecimiento económico, la polución del aire, del agua y de los océanos y el bienestar de las personal en todo el mundo”.
El Plan de Acción contiene tres categorías principales: a) El Programa de Evaluación Global del Medioambiente (plan de vigilancia); b) Las actividades de Manejo Ambiental y c) Medidas Internacionales de Apoyo a la Evaluación y el Manejo a nivel nacional e internacional. A su vez, estas categorías generaron 109 recomendaciones. Uno de los mayores resultados de la Conferencia de Estocolmo es el Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente (United Nation Environment Programme – UNEP, https://www.unep.org/). Por este motivo, la conmemoración de ese día constituye una plataforma mundial para la divulgación y concientización sobre la protección de nuestro planeta.
En la página del Día Mundial del Medioambiente (https://www.worldenvironmentday.global/about/history), UNEP propone la necesidad de generar una plataforma global para inspirar cambios positivos, mediante la participación de más de 150 países, que desarrollan actividades ambientales para crear un mundo más sustentable, conducido por el UNEP desde su fundación en 1973. Este año, el UNEP será organizado por Arabia Saudita con foco en la restauración de tierras y resiliencia en la desertificación y las sequías.
Es interesante efectuar una rápida mirada sobre los temas desarrollados en los últimos 10 años, en los distintos países anfitriones, no solo para generar conciencia sino también para proponer soluciones. En 2023, se trató el tema de polución por plásticos en Costa de Marfil con una abordaje de toda la sociedad; en 2022 (50 aniversario), en Suecia, el tema fue “Un solo Planeta Tierra”, marcando la necesidad de proteger y restaurar el hogar de la humanidad mediante el freno a las licencias de extracción de carbono, combustible y gas natural; en 2021, en Pakistán, la restauración de los ecosistemas con el slogan: “Reinventar. Recrear. Restaurar”, mediante un esfuerzo global para reparar el daño causado; 2020, en Colombia, el tema fue Tiempo para la naturaleza enfocado en la biodiversidad y se presentó una declaración para que los gobiernos del mundo apoyaran un objetivo global de proteger al menos 30% de las tierras y los océanos del planeta.
En 2019, en la República Popular China, se debatió acerca de Combatir la Polución del Aire (causante de 7 millones de muertes prematuras por año), se lanzó el Programa de mejora de la Calidad del Aire (2013-2018); en 2018 Combatir la Polución por Plásticos y se efectuó un compromiso para prohibir todos los plásticos de único uso (70% de la basura marina) hasta 2025; en 2017, en Canadá, el tema abordado fue Conectar a las Personas con la Naturaleza (de los Polos al Ecuador); en 2016, en Angola, se desarrolló la Tolerancia Cero para el Comercio Ilegal de la Fauna Silvestre (ejemplo, el marfil de elefante); en 2015, en Italia se planteó “Siete billones de personas. Un Planeta. Consumir con cuidado”; en 2014, en Barbados, el tema fue “Levanta tu voz, no el Nivel de los Mares” (Cambio Climático) donde se enfatizó la importancia de limitar el aumento en la temperatura global a 1.5°C y, finalmente, en 2013 en Mongolia, con el lema “Piensa. Come. Salva” y el compromiso de reducir el desperdicio de alimentos y reducir el impacto ecológico de la producción de alimentos.
Existen otras actividades de gran interés por lo que invitamos al lector a visitar el sitio web, ya mencionado (https://www.worldenvironmentday.global/about/history).
Con el lema Generación/Restauración, se enfatiza que, si bien no se puede volver atrás en el tiempo, se puede preservar bosques, revivir fuentes de agua y restaurar nuevamente los suelos. Afirma que “somos la generación que puede hacer la paz con la tierra”.
Es muy aconsejable, revisar exhaustivamente la página donde se encuentran excelentes propuestas sobre temas relacionados con la protección del medioambiente como Restauración de ecosistemas para las personas, la naturaleza y el clima; Bosques, biodiversidad y las personas; Prioridades estratégicas del agua dulce; Evaluación Global de la polución de los suelos; Restauración de suelos y enriquecimiento de la vida; El potencial del secuestro de carbono por el suelo; El viaje de loa alimentos; Polinizadores y pesticidas, manteniendo las abejas a salvo.
Ofrece además la opción de audios aportados por diversos participantes, en múltiples lenguajes, y de gran diversidad de temas. La guía práctica (https://wedocs.unep.org/bitstream/handle/20.500.11822/45440/practical_guide_WED_2024.pdf?sequence=3&isAllowed=y) reúne una serie de evaluaciones y propuestas sobre la degradación del suelo, la desertificación y la sequía; el potencial de la restauración de los ecosistemas; Como intensificar la producción de alimentos a través de la restauración; Como revitalizar las fuentes y el ciclo del agua; Como devolver la naturaleza a nuestras ciudades y como generar financiación para la restauración.
Nuestro país cuenta con un referente en el tema que es la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente (https://www.academiaambiente.org.ar/), cuya página invitamos a visitar y que incluye numerosas presentaciones (publicaciones y conferencias) de los diversos temas antedichos y su actualidad en nuestro país y en el mundo. Tienen un elevado nivel científico y abordan temas variados en relación con el origen multidisciplinar de sus integrantes. Como se ha comentado previamente, la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente es integrante de la Comisión Interacadémica Una Salud.
Consideramos que se trata de una hermosa convocatoria a la que se puede acceder personalmente o institucionalmente para sumar actividades a las muchas que se están llevando adelante. Es necesario que toda la sociedad se comprometa con el cuidado del medioambiente para contribuir a la generación de ámbitos de vida saludable para nuestra actual generación y, en particular, también para las venideras. Esta actividad debe ser sustentablemente mantenida en el tiempo para asegurar que todas las estrategias de intervención logren los objetivos deseados. Además, enfatizamos la importancia de la transversalidad de las propuestas, que se basen en consensos y actividades multidisciplinarios, lo que permite miradas más abarcadoras y superadoras.
Proponemos masividad y continuidad temporal, en otras palabras, comprometerse “todo el mundo”, “todo el tiempo”. Solo de esa manera, podremos paliar los severos riesgos a que está sometido nuestro medioambiente y, en consecuencia, la población de nuestro planeta. Creemos que la las palabras de invitación a participar al Día Mundial del Medioambiente, Generación y Restauración, deben convertirse en un llamado a la acción para todos los seres humanos, que habitamos este planeta, colaborando comprometidamente no sólo desde el plano institucional sino también personal. Invitamos a todos a participar de esta noble, urgente y necesaria propuesta.
[1] Jorge A. Neira, médico intensivista. Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina.
[2] Jorge Errecalde, médico veterinario. Presidente. Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria.
[3] Químico Neerlandés (1933-2021). Premio Nobel de Química en 1995 por la química atmosférica y el estudio de la formación y descomposición del ozono atmosférico. Acuño el término Antropoceno en el año 2000.
[4] Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México. Departamento de Ciencias Atmosféricas. Grupo de Modelos Climáticos.
[5] Economista e investigadora, Instituto Brasileño de Información en Ciencia y Tecnología (IBICT). Profesora del Programa Conjunto para Posgraduados en Ciencias de la Información del IBICT y la Universidad Federal de Río de Janeiro.
[6] Geógrafo y sociólogo, investigador emérito en el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo (IRD, Francia) y el Museo Nacional de Historia Natural París, Francia.
[7] XII Reunión Interacadémica. “Propuestas de las Academias a la Argentina que viene”. 10 de mayo de 2024.
[8] Capitulo Una Salud. Comité de Redacción Una Salud: Errecalde, J; Neira, J; Sánchez Cunto, M (Coordinadores); Leotta, G; van Gelderen, C; Nacucchio, M, Salseduc, M; Gómez, N; Gorodner, J; Orduna, T, Noseda, R; Gutkind, G; Eddi, C; Cabido, M; Sgreccia, N; Taboada, M, Arpa, A; Casas, R; Balboa, L.
[9] Comisión Interacadémica Una Salud, integrada por las Academias Nacionales de Agronomía y Veterinaria, de Medicina, de Farmacia y Bioquímica, de Ciencias de Córdoba y de Odontología, además de la la Academia Joven de Argentina, la Sociedad Argentina de Enfermedades Emergentes de la Asociación Médica Argentina y, en trámite, con la Academia de Ciencias del Medioambiente. Está compuesta por un Comité Ejecutivo y un Comité Asesor, con participación de figuras destacadas de la temática en todo el ámbito nacional e internacional.