Grandes figuras

Elida Passo

Evocar la figura de Élida Passo (1866-1893), es ante todo recordar el empeño y tesón que las primeras mujeres que intentaron acceder a la Universidad tuvieron que mostrar para vencer los prejuicios que la sociedad tenía sobre ellas por razón de su sexo. El caso de la farmacéutica Passo es pionero en el tema al ser ella la primera mujer que obtuvo un título universitario en nuestro medio, abriendo una ruta que parecía vedada al sexo femenino.

Nació Élida Passo el 18 de julio de 1866 y al ser censada en 1869 (primer censo nacional, presidencia de Sarmiento) se consignó su domicilio como “parte de la población urbana de la sección Carmen de Areco”[1]. Según las investigaciones de Carnevale Bonino su familia tenía una posición económica holgada, era hija del farmacéutico Juan Passo y posiblemente también su abuelo había ejercido la misma profesión.[2]

No existen en la literatura mayores datos acerca de la niñez ni de los estudios de juventud de Élida, aunque sí se sabe que en abril de 1882 presentó un certificado de terminación  de sus  estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Rara cuestión si se piensa que ese colegio solamente era para varones, circunstancia que más adelante se tratará de explicar.

Lo que sí está mejor documentado es un artículo aparecido en La Revista Farmacéutica el 5 de junio de 1882, Decía el mismo:

Es un hecho, el bello sexo inteligente desde hace algunos años a esta parte ha arrojado una mirada atrevida en el campo de la medicina, ha ensanchado sus horizontes, dedicando a la farmacia, ¿y porqué no?

Se nos refiere que en el aula de farmacia de nuestra Facultad de Ciencias Médicas … está favorecida por la asistencia asidua de una inteligente joven, que acompañada constantemente por su anciano padre no pierde conferencia alguna. Es indudable que su objeto es la farmacia, a no ser que siga medicina, amaestrándose al mismo tiempo en la difícil ciencia que tiene por estudio los medicamentos.[3]

Este artículo merece de por sí una serie de observaciones. El hecho que una mujer haya pensado en estudios superiores para su género se califica como “una mirada atrevida”, que tácitamente implicaba una invasión en un campo dedicado hasta ese momento a los varones,

Luego viene la aclaración de que concurre “constantemente acompañada por su anciano padre”. Dejando de lado el hecho de que en esos tiempos una persona, como en este caso el padre (de 51 años de edad), ya era un “anciano”, esa compañía paterna hace notar dos particularidades. La primera es que el farmacéutico Passo se trataba de una persona de ideas adelantadas  a su época, pues en lugar de querer  que su hija se procurase un marido para fundar una familia y ser protegida y gobernada el resto de su existencia, alentaba a Élida a lograr estudios superiores y autonomía personal. Pero ello no implicaba romper con la moral de su época, una joven soltera nunca salía de su hogar sola para evitar los peligros y tentaciones que la esperaban en la calle. De allí se explica esa “permanente compañía” de su padre.[4]

Dejando de lado lo que es evidente en el citado suelto del periódico, se puede tal vez inferir algo más por su forma de redacción. En efecto, el tono de la misma es juguetón y ligero. Es de suponer que si el hecho hubiese ocurrido con un joven de su misma tierna edad, el relato hubiera sido solemne y laudatorio, y no liviano y fresco como quien condesciende con una especie de travesura sin consecuencias.

Sin cejar en su empeño Élida Passo finalizó sus estudios secundarios presentando en 1882 un certificado de haber finalizado los mismos en el Colegio Nacional de Buenos Aires, firmado por el rector del mismo José Manuel Estrada.

El cómo una mujer pudo finalizar estudios  en un colegio de varones se podría explicar analizando su certificado analítico. No se conoce dónde efectuó sus primeros dos años de educación secundaria, pero luego rindió como alumna libre (es decir sin asistir al establecimiento) las materias de tercero a sexto año.

Pero no solamente tenía Élida esos antecedentes, además poseía un certificado de la Facultad de Humanidades y Filosofía donde se hacía constar una serie de materias aprobadas hasta 1881 de los estudios preparatorios de la misma por parte de Don (sic) Élida  Passo.

Finalmente en 1882 rindió en la Facultad  de Ciencias Físico Matemáticas Botánica y Química Inorgánica, que si bien se dictaban en esa Facultad eran asimismo necesarias como materias de Farmacia.

Primeramente realizó su inscripción en la Escuela de Farmacia dependiente entonces de la Facultad de Ciencias Médicas. Aunque era una carrera universitaria, la farmacia estaba valorada socialmente como una carrera menor, y tal vez por ello no tuvo objeciones y fue aceptada como la primera estudiante mujer de la misma. Aunque posiblemente nadie lo advirtiera era también la primera vez que una representante femenina ingresaba en una carrera  de la Universidad.                  

El problema se hizo evidente cuando estos antecedentes fueron presentados, sin fecha cierta, en el año 1883 a la Facultad de Ciencias Médicas por parte de la interesada, solicitando su ingreso a la misma. Esta solicitud fue denegada aduciendo la Facultad varios motivos tales como la incomodidad del resto de los estudiantes masculinos de tener una compañera mujer o incluso la indecencia de que la estudiante viera a un hombre desnudo. Como lo hace notar Natalia Bustillo algunas entidades como las Facultades de Medicina o de  Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, sostenían que las capacidades intelectuales femeninas eran inferiores a las de los varones, además del  hecho de que las mujeres, con su trabajo profesional, pusieran en riesgo el orden doméstico.[5]

Como podrá verse con un simple repaso de los casos similares en el mundo occidental, el fenómeno del rechazo a los estudios superiores por las mujeres era generalizado en esos tiempos. Valga como ejemplo los problemas que hubo de vencer la británico-norteamericana Elizabet Blackwell, primera médica moderna, rechazada por diez Universidades y admitida en la undécima porque los estudiantes creyeron que su propuesta era una broma.[6]

Para encarar ese obstáculo sólo le quedaba a Élida el recurso de la vía judicial. Pero aún éste no era un camino fácil pues el Código Civil no era muy favorable a las mujeres, muchas veces consideradas eternas menores.

Sin arredrarse  Élida Passo presentó su caso en  los tribunales. Pleito que por ser algo nada habitual llamó mucho la atención del público, logrando un fallo favorable. Antecedente que luego  invocaron Cecilia Grierson y Teresa Lanteri al solicitar sus respectivos ingresos.

Al mismo tiempo que realizaba sus estudios médicos, Élida Passo  finalizó los de Farmacia recibiéndose así el 15 de junio de 1885 como la primera farmacéutica argentina y la primera mujer con un título universitario en América del Sur.[7]

En sus estudios médicos continuó su progreso como practicante menor interna y luego practicante mayor en el Hospital General de Mujeres Rivadavia. Pero cuando estaba cursando los últimos años de la carrera empezó a sufrir de una enfermedad pulmonar consuntiva, probablemente tuberculosis, como quedó documentado en sus internaciones y pedidos de postergación de exámenes.

De esta forma su carrera se alargó durante varios años por lo que una estudiante que había comenzado en fecha posterior, Cecilia Grierson, pudo aventajarla y recibirse primero en 1889.

Cuando cursaba el quinto año de la carrera, Élida Passo falleció en Buenos Aires el 7 de mayo de 1993 a los 27 años de edad.                    

[1] Dellamea, Amalia Beatriz. Has recorrido un largo camino muchacha. Élida Passo y una lucha preterida. Centro de Divulgación Científica y Equipo de Gestión Editorial de la Facultad de Farmacia y Bioquímica.U.B.A. Bs. As. S/f.

[2]D´Alesio de Carnevale Bonino, Rosa.Elida Passo la primer farmacéutica argentina.  Boletín de la Sociedad Española de la Farmacia. Año XVIII Madrid. 1967.

[3] Revista Farmacéutica.Buenos Aires. Edición del 5 de agosto de  1882. Año XV. Tomo XX . N°I. Citado por Dellamea, A.B. Opus cit.

[4] Cf, Barrancos Dora. Mujeres en la sociedad argentina. Una historia de cinco siglos. Sudamericana. Buenos Aires. 2010.

[5] Bustilo, Natalia. Reforma universitaria y feminismo: encuentros y desencuentros. Riberas, Revista de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Paraná (prov. De Entre Ríos).

[6]Michall Debra, Elizabet Blackwell. National Women History Museum. 2015.

[7] Palermo, Alicia Itatí. El acceso de las mujeres a la educación universitaria. Revista Argentina de Sociología. Buenos Aires Vol 4 N°7 Noviembre-diciembre 2006