Eliseo V. Segura

Acad. Hugo Esteva

Este año se cumplen ochenta del cierre del período presidencial (1942/44) de Eliseo V. Segura en la Academia Nacional de Medicina. Valgan estas líneas como recuerdo parcial de su sobresaliente carrera.

Eliseo V. Segura nació en Yacanto (Traslasierra, provincia de Córdoba) en 1870, miembro de una familia de once hermanos. Su padre trabajaba en el campo y, llegado el momento, sus ocho hermanos varones se pusieron de acuerdo en ejercer distintos oficios para que Eliseo pudiera trasladarse a Córdoba capital para estudiar Medicina. Allí se graduó en 1893 y les prometió compensar a cada uno cuando se afianzara económicamente en la profesión. Lo cumplió, como veremos.

Comenzó trabajando en Córdoba, pero pronto y sin contacto alguno se trasladó a Buenos Aires, donde luego de un breve paso por la Asistencia Pública a la que accedió por concurso y donde ganó su primer, fundó el Servicio de Laringología en el Hospital Rawson en 1895. Cuatro años más tarde se agregó con su reciente especialidad al servicio dirigido por Eduardo Obejero, su maestro, en el Hospital San Roque (hoy Ramos Mejía); trabajó ahí hasta 1919, cuando se trasladó al Hospital de Clínicas como Profesor Titular y fundador del Instituto de Otorrinolaringología. Previamente había también fundado la Sociedad Argentina de la especialidad.

Fue Presidente de la Asociación Médica Argentina entre 1922 y 1924. En 1919 había ingresado como Académico de número de la Academia Nacional de Medicina en el sitial No. 23. En 1920 inspiró la fundación de la Sociedad Rioplatense de Otorrinolaringología.

Publicó en 1894 su inicial artículo científico, que resultó el primero en comunicar la extracción de un cuerpo extraño de la vía aérea en la literatura médica argentina. Se trataba de una cánula de traqueostomía accidentalmente deslizada a la luz traqueal de un peón de campo que consultó en el Servicio del Dr. Obejero en el Hospital de Clínicas. Segura colaboró con éste y probablemente su capacidad de observación entrenada por su formación juvenil en el campo ayudó a reconocer por el sonido al objeto alcanzado mediante un estilete y a extraerlo mediante una pinza que apenas lo alcanzaba, ampliando la estrechada traqueostomía, tal como describió vívidamente. Vale la pena tener en cuenta que no tenían en esa época endoscopios ni ópticas. Allí relata además cómo luego comprobó en diez tráqueas cadavéricas la razón anatómica para que la cánula se alojara siempre en el bronquio fuente izquierdo, del mismo modo que en ese enfermo[i].

El primer trabajo científico de este joven médico muestra ya las características que harán de él un original especialista: escuchar, examinar, observar sin prejuicios y relatar objetivamente.

Pocos años después viajó a Europa y visitó a Gustav Killian en Alemania. Éste había creado en Freiburg la traqueobroncoscopía superior (1897), que permitía la exploración de la vía aérea sin necesidad de una traqueostomía (traqueobroncoscopia inferior). De allí trajo Segura el primer broncoscopio rígido que ingresó al país, que generosamente usó como jefe de Otorrinolaringología del Hospital San Roque en Buenos Aires. Acentúo “generosamente” porque ese instrumento permitió a su discípulo Antonio Zambrini realizar la primera extracción de un cuerpo extraño por vía broncoscópica llevada a cabo en la Argentina en 1908[ii].

En ese mismo año Segura presenta otro trabajo[iii] ante la Sociedad Médica Argentina (creada en 1891 y antecesora de la Asociación Médica Argentina – AMA, llamada así desde 1913) con el objeto de demostrar la utilidad del método de Killian, apenas conocido entre nosotros. Como buen observador y preciso didacta, describe con detalle la anatomía, pero también los instrumentos y las variedades de iluminación, la técnica, las posiciones, la anestesia. En fin, todo con una precisión que alienta a seguirlo. En el mismo artículo, empleando siempre anestesia local tópica con clorhidrato de cocaína, muestra un caso de cuerpo extraño (un grano de maní) que pudo extraer del bronquio fuente izquierdo, otro de compresión traqueal por un bocio cérvico-torácico (“plongeant”) y un tercero de obstrucción de la vía aérea por un tumor del extremo inferior de la tráquea originado en el bronquio izquierdo. Visto con más de un siglo de distancia, este último ejemplo tiene interés especial ya que el autor llevó a cabo una broncoscopia terapéutica paliativa, resecando parcialmente la lesión y repermeabilizando el bronquio derecho, con lo que permitió mejorar la grave insuficiencia respiratoria del enfermo. Sus palabras de entonces implican un adelanto en décadas acerca del criterio con que vuelven a emplearse estas técnicas paliativas en todo el mundo desde fines del siglo XX: “Si bien es cierto que dada la localización del neoplasma no había que pensar en la idea de una posible extirpación y por lo tanto este enfermo estaba condenado fatalmente a una muerte próxima, se debía por humanidad al menos, hacer todo lo posible por librarlo de una muerte desesperante, de una muerte por asfixia; evitando al mismo tiempo a la familia un cuadro de horror”.

Segura no dio en aquel tiempo una trascendencia especial a este uso terapéutico de la broncoscopía rígida, entonces orientada principalmente a la extracción de cuerpos extraños. Pero lo cierto es que el empleo paliativo descripto en 1908 precedió en muchas décadas a la gran importancia adquirida en el presente.

Aunque en razón de mi propia especialidad he querido aquí destacar el papel de Eliseo V. Segura en materia de broncoscopia, cabe señalar que su actividad no se limitó a la patología traqueobronquial sino que abarcó todas las ramas de la Otorrinolaringología y se extendió fuera del país. Ejemplos de ello fueron el trabajo sobre sordera[iv]  encargado en Europa o su artículo sobre “Micosis de las mucosas”[v] , publicado en Francia.

Sin pretender sino ofrecer apenas una muestra de lo variado de su producción bibliográfica, cabe agregar sus contribuciones a las supuraciones sinusales crónicas[vi], a los cuerpos extraños digestivos[vii], a la patología traqueal[viii]. Y comentar su temprana participación activa en las reuniones internacionales de nuestra región[ix].

De particular importancia fue su perfeccionamiento de la técnica de resección de la hipófisis por vía nasal transesfenoidal[x], llevada a cabo con anestesia local e instrumental diseñado por él mismo que le fabricaba uno de sus hermanos, tornero. De allí su irónico apodo de “caballero de la silla turca”. El trabajo sobre el tema, publicado a propósito del Primer Congreso Nacional de Medicina en 1916, lo muestra como un médico completo, conocedor profundo no sólo de la anatomía de la difícil región a operar, sino de la clínica de las enfermedades hipofisarias en su época.

A propósito, los artículos de Segura muestran la calidad gramatical de su estilo al mismo tiempo que el respeto por sus colegas y la consideración por sus enfermos, hechos olvidados por el despojado afán de síntesis propio de nuestros días en la literatura científica. Hay en cada uno un verdadero espíritu didáctico expresado con naturalidad en el que sobresalen consejos permanentemente útiles, como los del intercambio y la colaboración del operador con el radiólogo, o el de la fundamental necesidad de despertar confianza en los enfermos que han de ser tratados bajo anestesia local para favorecer la factibilidad de los estudios, del modo en que citamos más abajo en su capítulo sobre Tráquea en “Otorrinolaringología Práctica”. Al mismo tiempo, una ejemplar metodología científica al describir con detalle la experiencia propia pero consultando exhaustivamente tanto la bibliografía extranjera como la nacional a propósito de cada tema. Su trabajo sobre la cirugía de la hipófisis, por ejemplo, suma ochenta y una referencias.

Por otra parte, publicó no sólo en castellano sino también en francés. Y en uno de esos trabajos figura su condición de Jefe de Otorrinolaringología del Hospital Saint Roch, en Niza (cita v).

Como he señalado más arriba, había empezado a viajar a Europa para perfeccionarse desde muy temprano. Allí aprendió la entonces llamada traqueobroncoscopia superior (per-oral) realizada con el recién descripto broncoscopio de Killian, que se distinguía así de la inferior, llevada a cabo a través de una traqueostomía. Y describió enseguida y con precisión las ventajas de la primera, a la que pronosticó iba a ser tan corriente como la laringoscopia.

Las frecuentes excursiones a Europa lo vincularon profundamente, al punto de que cuando -según anécdota familiar- la monarquía británica averiguó quién era el mejor otorrinolaringólogo para realizar una amigdalectomía a Elisabeth de Windsor, entonces alrededor de los seis años y luego Isabel II de Inglaterra, Eliseo Segura fue el cirujano elegido. Eso aumentó sus relaciones con la mejor sociedad europea y el número de sus viajes que, avanzada la vida, consideraba una suerte de sedante que le permitía escapar de sus intensas ocupaciones locales.

Tal frecuentación internacional no redujo su asentamiento argentino al que contribuía un carácter firme e intensamente delineado[xi], pero dotado además con la especial generosidad que describió con elegancia su discípulo Roger A. Lanza Castelli en la Academia Nacional de Medicina al conmemorar el centenario de su nacimiento[xii]. Por una parte, construyó una importante casa en Buenos Aires, en la cuadra de Carlos Pellegrini entre la entonces Charcas (hoy Marcelo T. De Alvear) y Santa Fe, en cuya terraza tuvo por épocas animales de experimentación tal como recuerdan sus descendientes. E hizo edificar, a la vuelta, sobre Santa Fe al 1.000, otra de seis amplios pisos que regaló a cada uno de los ocho hijos suyos que llegaron a mayores. Ambas construcciones fueron demolidas al prolongarse la Avenida 9 de julio hacia el Norte.

Pero además siguió viajando a Yacanto, donde se tomaba largas vacaciones con sus familiares -también a sus hermanos les regaló viviendas en esa zona como agradecimiento por su apoyo inicial para permitirle estudiar en la capital de la provincia-vacaciones que pasaba en intenso y apreciado contacto con la naturaleza, de la que era particular observador. La importante casa que hizo allí, cuyo punto singular es una magnífica pileta de natación construida con piedras y alimentada por manantiales serranos, se sigue conservando como lugar de visita familiar. Aunque lo especial respecto de sus reiteradas vueltas a la tierra natal fue que no sólo sirvieron para tomarse los prolongados descansos que respetaba estrictamente, sino también para atender y operar gratuitamente -por lo general tonsilectomías empleando con maestría la anestesia local- a enfermos humildes que llegaban desde muchas leguas a la redonda.

Eliseo V. Segura, Presidente de la Academia Nacional de Medicina entre 1942 y 1944, siguió publicando hasta muy cerca de su muerte[xiii], que tuvo lugar en Buenos Aires en 1946.


Bibliografía:

[i] Segura E V. Un caso de cuerpo extraño del bronquio izquierdo. Soc Méd Arg 1894; 3:263-70

[ii] Zambrini AR. Un caso de cuerpo extraño de bronquios extraído por las vías naturales. Arch Latino-americanos de Pediatría 1908; 4:94-6

[iii] Segura EV. Traqueobroncoscopia, Cuerpo extraño del bronquio izquierdo; Imp Etchepareborda, Buenos Aires 1908:3-26

[iv] Segura EV. Clasificación y consideraciones sobre distintas formas de sorderas (causas y tratamientos). Segura-Marenco. Buenos Aires 1915

[v] Segura EV. Considérations sur les mycoses des muqueuses des voies respiratoires et digestives supérieures., JB Bailliere et fils. Paris 1913: 1-37 

[vi] Segura EV. Modificación al método Caldwell-Luc para el tratamiento de las supuraciones crónicas del seno maxilar. La Semana Médica. Buenos Aires 1912: 1-29

[vii] Segura EV. Dos casos de cuerpos extraños del esófago.. La Semana Médica. Buenos Aires 1914: 3-23

[viii] Segura EV, Zubizarreta H. Papiloma sangrante del tercio inferior de la tráquea. La Semana Médica. Buenos Aires 1924: 125-7

[ix] Segura EV. Cuerpos extraños de la laringe, tráquea y bronquios. IV Congreso Médico Latino-Americano celebrado en Río de Janeiro 1909; 1:641-66

[x] Segura EV. Contribución a la cirugía de la hipófisis. Imprenta Flaiban y Camilloni. Buenos Aires 1916: 6-130

[xi] Cárcano RJ. Eliseo V Segura. Editorial A Biffondi. Córdoba 1928: 1-20

[xii] Lanza Castelli RA. Discurso del Sr Académico correspondiente como homenaje al ex -académico Doctor Eliseo V Segura. Biblioteca de la Academia Nacional de Medicina. Buenos Aires 1970

[xiii] Segura EV. Tráquea. Capítulo en Otorrinolaringología Práctica. Buenos Aires 1943: 343-67