Manuel Balado

Prof. Dr. Juan José María Mezzadri
Centro de Columna, Departamento de Neurocirugía, Hospital Universitario. Fundación Favaloro, CABA.
Dr. Nelson Alfredo Picard
Servicio de Neurocirugía, Hospital Interzonal General de Agudos “Dr. Abraham Piñeyro”, Junín, Buenos Aires.
Manuel Juan María Balado nació el 6 de mayo de 1897 en la ciudad de Buenos Aires, en el seno de una familia de trabajadores humildes; sus padres, Manuel Balado y María Fernández, eran ambos españoles provenientes de La Coruña.
La inscripción de su nacimiento se realizó conforme a lo establecido por la Ley N° 1565 de creación del Registro Civil, sancionada el 25 de octubre de 1884, que reemplazó los registros de nacimientos, casamientos y defunciones que llevaban las iglesias. Fue bautizado el 29 de mayo de 1897 en la Parroquia de Santa Lucía Virgen y Mártir, en la Calle Montes de Oca al 500. Tal vez el lugar del bautismo fue una premonición, siendo que Santa Lucía es la patrona que cuida nuestros ojos y nuestra vista. Balado dedicaría gran parte de su vida al estudio de la vía óptica, y desarrollaría parte de su actividad asistencial en el Hospital Oftalmológico “Santa Lucía” de la ciudad de Buenos Aires.
Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires, donde se graduó de bachiller a los 16 años. Se inscribió en la carrera de Medicina en 1914, y egresó a fines de 1920 con diploma de honor y un promedio de 8,83.
En los dos últimos años de su carrera, por concurso de calificaciones fue practicante menor y luego mayor en el Hospital Nacional de Clínicas (HNC).
En aquellos años la tesis doctoral era un requisito indispensable para poder ejercer. Su tesis, dirigida por el Dr. Salvador Mazza, quien en aquel momento estaba a cargo del Laboratorio Central del HNC, se tituló “La Linfogranulomatosis” y fue calificada de sobresaliente.
Al año siguiente, 1921, ingresó como Médico Agregado al Servicio de Cirugía General del mismo hospital. En 1924 recibió una beca de la Universidad de Buenos Aires y de la Fundación Rockefeller para concurrir a la Mayo Clinic, en los Estados Unidos de América. Arribó en 1925 y permaneció por más de un año, dedicado a la cirugía experimental y al estudio del iris en el laboratorio de Frank Charles Mann, sin perder oportunidad para observar en acción al neurocirujano de la institución: Alfred Adson. Finalizada esta etapa y antes de volver al país, visitó durante unos meses el servicio de Harvey Cushing en Boston.
Ya de regreso, en 1926 fue nombrado jefe de Clínica de la Sala I del Instituto de Clínica Quirúrgica del HNC, donde compartía la actividad quirúrgica general con la neurocirugía. En 1930 se hizo cargo de la Sala XII del instituto, y a partir de ese momento pudo sí dedicarse exclusiva y definitivamente a la neurocirugía. Este mismo año fue también nombrado Médico Adjunto del Servicio de Cirugía Neurológica del Hospital Oftalmológico “Santa Lucía”, donde desarrollaría buena parte de su obra científica: la relacionada con la anatomía de la vía óptica y con el electroencefalograma humano.
Entabló entonces una prolífica relación con los oftalmólogos, compartiendo con ellos numerosas publicaciones.
En 1935, la Sociedad de Beneficencia decidió construir una sala modelo de neurocirugía e investigaciones bioeléctricas en el Hospital Oftalmológico que se inauguraría en 1937 e incluiría una sala blindada con posibilidad de obtener hasta seis registros simultáneos de la actividad eléctrica cortical sin interferencias externas. Merece destacarse, por un lado, la audacia intelectual y la gran visión que guiaba a Balado, que lo llevó a abocarse a una metodología por aquellos años novel y alejada de las actividades usuales de un cirujano.
Por otro lado, y fundamentalmente, el enfoque científico que lo apasionaba: más allá de la utilidad asistencial que reconocía a la electroencefalografía en la localización cerebral y sus aplicaciones en la epilepsia y en otras patologías, Balado avizoraba en ella una metodología para el estudio de la función cerebral.
Fruto del trabajo de Balado y sus colaboradores en el Hospital Oftalmológico, entre quienes se destacó Elisabeth Franke, fue la creación de un museo, existente al día de hoy, con una colección de más de 200 piezas anatómicas y 20.000 preparados histológicos.
Balado también se preocupó por la difusión de la Neurología y la Neurocirugía, creando en agosto de 1927 los Archivos Argentinos de Neurología, primera revista en su tipo en Sudamérica, y que contó con la colaboración de destacados colegas nacionales y extranjeros. Personalmente fue un autor prolífico, superando en su breve vida profesional las 200 publicaciones, entre artículos de revistas, libros, capítulos de libros y actas de congresos. De sus publicaciones surge que Balado acostumbraba a desarrollar un tema en varios artículos, que luego agrupaba en forma de libro. Así ocurrió con sus estudios sobre la biopsia (La biopsia, 1924), el iris (El iris, 1927), las clases del curso de 1931 sobre cirugía neurológica (Lecciones de cirugía neurológica, 1932), los tumores de hipófisis (Tratamiento quirúrgico de los tumores hipofisarios y perihipofisarios, 1934, en colaboración con Ramón Pardal), la vía óptica (Das Corpus Geniculatum Externum. Eine Anatomisch-Klinische Studie, 1937, en colaboración con Elisabeth Franke) y el electroencefalograma humano (El electroencefalograma humano, 1939, en colaboración con Luis Romero y el ingeniero Pedro Noiseux). “Lecciones de Cirugía Neurológica” fue el primer texto exclusivo sobre Neurocirugía en nuestro país.
Desde el punto de vista académico, Balado llevó a cabo toda su carrera en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires: en 1922 fue nombrado jefe de Trabajos Prácticos de la Cátedra de Clínica Quirúrgica; en 1927 se le otorgó la “venia docendi” que consistía en una autorización para ejercer la docencia. En 1933 fue designado Docente Libre, quedando autorizado para dictar cursos nuevos o paralelos a los ya existentes, y en 1937 logró, por concurso, la titularidad de la Cátedra de Neurocirugía, que acababa de crearse y de la cual será el primer Profesor Titular.
Su participación internacional fue intensa, manteniendo contactos y siendo reconocido como un referente de la especialidad por pares de otras latitudes: durante el Segundo y el Tercer Congreso Internacional de Neurología, realizados en Londres (1935) y Copenhague (1939) respectivamente, Balado fue uno de los vicepresidentes, además de participar activamente en las ponencias.
La revista Zentralblatt für Neurochirurgie, primera en el mundo dedicada exclusivamente a la Neurocirugía, lo contó como editor para Sudamérica, y en 1933 participó como coautor de un libro en homenaje a Georges Marinesco, distinguido neurólogo rumano.
En cuanto a sus aportes originales podemos mencionar la iodoventriculografía con lipiodol, metodología que permitió diagnosticar con mayor precisión las lesiones que afectaban directa o indirectamente al tercer ventrículo, información imposible de lograr con los métodos disponibles hasta ese momento (neumoventriculografía). La iodoventriculografía es considerada como una contribución original de la Argentina a la radiología ya que significó un avance novedoso en la localización de las lesiones intracraneanas.
Su publicación sobre el diagnóstico del hematoma subdural mediante el electroencefalograma es reconocida como la primera del mundo, y tanto sus estudios manométricos sobre las presiones diferenciales del líquido cefalorraquídeo, como los estudios anatómicos que efectuó sobre el cuerpo geniculado lateral y las radiaciones ópticas, figuran en textos clásicos de neurología y de anatomía respectivamente.
La aracnoiditis optoquiasmática fue también denominada “síndrome de Balado”; y la alteración del campo visual secundaria a la compresión del quiasma por las arterias del polígono de Willis fue conocida como "corbata de Balado".
Manuel Balado falleció el 23 de mayo de 1942 siendo velado en el HNC. Llevan su nombre numerosos servicios de Neurocirugía, y también un premio trianual de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires al mejor trabajo de Neurocirugía para especialistas con menos de 10 años de graduados.
En 2021, la Asociación Argentina de Neurocirugía estableció el 6 de mayo, día del natalicio de Manuel Balado, como el Día del Neurocirujano Argentino.
Fallecido Balado le sucedió en el mando de la Cátedra su discípulo Ramón Carrillo, quien en su conferencia inaugural como profesor titular le dedicó estas palabras: “Algún día, alguien comentará la vida de Balado y su obra, para ejemplo, ya que toda vida animada por una pasión tiene valor didáctico. Como todos los luchadores, estaba dotado de voluntad, de una fe profunda en sí mismo y de eso que llaman “fuego sagrado”, o sea de la vocación científica. Era notable por su perseverancia en la búsqueda de una solución, por su amor al conocimiento puro que situaba por encima de todas las cosas y, en el aspecto práctico, por sus condiciones de cirujano de sangre fría”.
Años después y para conmemorar los 15 años de su fallecimiento, se llevaron a cabo diferentes homenajes. En el Instituto Nacional de Neurocirugía, cito en el Pabellón “Dr. Luis Costa Buero” del HNC, fue inaugurado un busto de Balado, obra del escultor Luis Perlotti. Para tal ocasión Germán Dickmann expresó: “La efigie de Balado presidirá desde ahora este Instituto asiento de la cátedra que él creó. Su incansable labor, que no conoció sosiego y supo continuar hasta el sacrificio de su propia vida, que ofrendó conscientemente a su irresistible vocación, sirva de ejemplo a las jóvenes generaciones de neurocirujanos argentinos que, en el camino correcto, el amor por la verdad, la solidaridad con el que sufre y el afán inalcanzable de perfección, encuentren la manera más noble de embellecer la propia vida”.
Según el diccionario, pionero es aquel que “inicia la exploración de nuevas tierras o se adelanta a realizar cualquier actividad”. No caben dudas de que Balado fue un pionero de la Neurocirugía argentina en todo el sentido de la palabra. Supo, además, conjugar asistencia, docencia e investigación, alcanzando logros trascendentes como los que pretendimos iluminar a lo largo de este escrito. Hoy, a tantos años de su desaparición física, podemos identificar en él al germen que configura al verdadero especialista universitario: ser un inductor del conocimiento y un ejemplo a seguir para las generaciones futuras.
Bibliografía
- Mezzadri JJ, Lemme Plaghos L. El pionero Manuel Balado. Rev Argent Neuroc 18 (Supl 1):S22-S23, 2004.
- Nijensohn D, Mezzadri J, Lemme Plaghos L, Basso A, Savastano L. Manuel Balado: pionero de la neurocirugía sudamericana. ALMA – Cultura y Medicina 7:72-80, 2021.
- Acuña M, Cobos M: Historia biográfica de Manuel Balado: aportes al desarrollo de la neurocirugía mundial. Rev Argent Neuroc 37:275-87, 2023.
- Mezzadri JJM & Picard NA. Manuel Balado. Sus aportes a la construcción de la neurocirugía argentina. Buenos Aires: Ediciones Journal, 2025.