Tesoros
Libros Antiguos
La Biblioteca posee obras que datan de 1489 hasta la fecha, los libros más antiguos se ubican en el Salón de Conferencias de la Biblioteca, un área que reúne las características de temperatura y humedad ideales para la óptima conservación del papel. En la actualidad el salón aloja aproximadamente 29.000 obras, siendo muchas de ellas primeras ediciones en su idioma original, en su mayoría alemán o francés y pertenecientes al siglo XVIII, XIX y principios del XX.
De las obras nacionales, se destacan tesis de doctorado de los grandes maestros de la medicina argentina, así también sus primeros trabajos, sus obras célebres y sus biografías.
Debido al valor histórico del material, la Biblioteca incluyó estas obras en su Base de Datos LIBROS para la consulta.
A continuación se listan alguno de los Tesoros que se encuentran en nuestro acervo bibliográfico.
Cecilia Grierson fue la primera médica argentina, graduándose el 2 de julio de 1889 en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires, a los 30 años.
Completó su carrera en el plazo normal de seis años. Durante su transcurso fue Ayudante del Laboratorio de Histología, al tiempo que realizaba la práctica hospitalaria en la Asistencia Pública. Incluso antes de recibirse en 1886, fundó la Escuela de Enfermeras del Círculo Médico Argentino. Apenas recibida se incorporó al Hospital San Roque (luego Ramos Mejía) dedicándose a la ginecología y obstetricia. En 1891 fue uno de los miembros fundadores de la Asociación Médica Argentina. En 1892 colaboró con la realización de la primera cesárea que tuvo lugar en la Argentina y dos años después, en 1894, se presentó en el concurso para cubrir el cargo de profesor sustituto de la Cátedra de Obstetricia para Parteras. El concurso fue declarado desierto, porque en aquellos tiempos las mujeres todavía no podían aspirar a la docencia universitaria.
La actividad de la doctora Cecilia Grierson fue intensa e ininterrumpida hasta su fallecimiento, el 10 de abril de 1934. En 1892 fundó la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios. En 1897 publicó ‘Masaje Práctico’, un libro precursor de la técnica kinesiológica y pese a la inhibición que recaía sobre las profesionales médicas de su sexo, de alguna manera ejerció la docencia universitaria, dictando cursos sobre ‘Gimnasia Medica y Kinesioterapia’ en la Facultad de Medicina (entre 1904 y 1905) y desempeñándose como adscripta a la Cátedra de Física Médica y Obstetricia. En 1899 viajó a Europa para desempeñar en Londres la vicepresidencia del Congreso Internacional de Mujeres y luego realizar, durante cinco meses en Paris, cursos de perfeccionamiento en Ginecología y Obstetricia . Antes de regresar a la Argentina visito clínicas y establecimientos hospitalarios de renombre en Viena, Berlín y Leipzig.
En 1900 fundó el Consejo Nacional de Mujeres y la Asociación Obstétrica Nacional. Diez años después, presidió el Congreso Argentino de Mujeres Universitarias y se destacó en la Comisión de Sordomudos del Patronato de la Infancia y en numerosos cargos y misiones que le encargaran las autoridades.
Al final de su vida, Cecilia Grierson sufrió la pobreza y debió sobrevivir con una magra jubilación. Sin embargo, eso no fue obstáculo para que donara al Consejo Nacional de Educación, poco antes de morir, su propiedad en la localidad de Los Cocos (Córdoba) donde luego se construyó la Escuela Nro. 189 que lleva su nombre.
Autor: Grierson, Cecilia
Título: Histero-ovariotomias efectuadas en el Hospital de Mujeres desde 1883 a 1886.
Fuente: Buenos Aires; s.n; 1889. 136 p. ilus. (6572).
Tesis: Presentada la Universidad Nacional de la Capital. Facultad de Ciencias Médicas. Para optar al grado de Doctor en Medicina y Cirujía (sic).
Localización: 6572
El doctor Bernardo Alberto Houssay fue médico y fisiólogo, se destacó en modo ejemplar como científico en el campo de la investigación y también de la docencia.
En 1900, a los 13 años, ya se había graduado de bachiller, en 1904 logró el título de farmacéutico y en 1911 se recibió de médico. Desde 1907 hasta 1915 fue ayudante y jefe de trabajos de fisiología. Catedrático de la materia en la Facultad de Veterinaria de 1910 a 1919. Fue jefe de patología y fisiología del Instituto Nacional de Bacteriología y profesor en la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires; miembro del Consejo Superior de la universidad de esa ciudad, presidente de la Academia Argentina de Medicina. Investigó acerca de las funciones de las glándulas de secreción interna en la formación y utilización de las proteínas, de los hidratos de carbono y de las grasas; sobre las glándulas suprarrenales, las sustancias minerales del plasma, los venenos de las serpientes y arácnidos; la fisiología dentaria, la intoxicación cianhídrica, etc.
En 1947 obtuvo junto con C. F. y G. T. Cori el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, por su descubrimiento del significado del metabolismo de los hidratos de carbono en relación con el lóbulo anterior de la hipófisis. Estos permitieron avanzar grandemente en la lucha contra la diabetes. Fue la de Houssay una vida dedicada al conocimiento. Llegó a ser presidente de la Academia Nacional de Medicina. Y de su talento docente, da fe el altísimo grado de eficacia y eficiencia de los equipos que condujo, y el brillo de los muchos discípulos que brillaron en las áreas científicas, entre ellos Luis Federico Leloir, quien llegaría también a obtener el Premio Nobel. Uno de los primeros descubrimientos de Houssay, fue que el metabolismo de los hidratos de carbono, tanto en estado normal como en la deformación que produce la diabetes, está regulado por las glándulas de secreción interna, demostrando que la insuficiencia de la hipófisis determina una fuerte sensibilidad a la insulina. Esto es conocido en fisiología, desde entonces, como El fenómeno Houssay. Hasta entonces no se sabía que la eliminación del lóbulo anterior de la glándula hipófisis inhibía a la diabetes, por lo que quedó establecido que algo en el lóbulo anterior impide la utilización apropiada del azúcar.
Poseía 24 doctorados honoris causa, era miembro de numerosas academias de med
Autor: Houssay, Bernardo A.
Título: Pulso venoso.
Fuente: Buenos Aires; s.n.; 1916. 136 p. ilus. (6572).
Tesis: Presentada en la Universidad Nacional de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Médicas. Tesis de Profesorado.
Localización: 6572
Descriptores: PULSO/clas
FISIOLOGIA CARDIOVASCULAR
PRESION VENOSA/fisiol
Luis Federico Leloir nació en París (Francia) el 6 de setiembre de 1906, falleció en Buenos Aires el 2 de diciembre de 1987.
En el año 1970 los argentinos se sorprendieron con la noticia del otorgamiento de la más famosa distinción internacional en el campo de la ciencia y la cultura, el Premio Nobel, a uno de sus compatriotas, cuyo nombre y actuación eran absolutamente desconocida por la inmensa mayoría de ellos. Aunque los inicios de su carrera de investigador estuvieron firmemente ligados a la figura de Bernardo A. Houssay -también premio Nobel-, Luis Federico Leloir brilló luego con luz propia y llevó a la ciencia argentina tan alto como su maestro y amigo.
Leloir había nacido en París el 6 de setiembre de 1906, durante una estadía de sus padres, durante la cual el Dr. Leloir se sometería a una intervención quirúrgica, ambos argentinos y en aquella ciudad transcurrieron sus primeros dos años de su vida, de todos modos, posteriormente el Dr. Leloir adoptó la ciudadanía argentina. Una vez en Buenos Aires y desde muy chico se interesó por la naturaleza, a la que tenía fácil acceso ya que su familia poseía grandes extensiones de campo y se dedicaba a actividades agropecuarias.
Terminados los estudios primarios y secundarios se inscribió en la Universidad de Buenos Aires, graduándose en Medicina en 1932. En sus inicios como practicante trabajó en el Hospital Municipal José María Ramos Mejía, donde participó de la creación de una sociedad en parte científica y en parte social llamada como el hospital y cuya principal actividad era el dictado de conferencias.
Ya graduado pasó a formar parte del plantel del Servicio de la Cátedra de Semiología y Clínica Propedéutica que funcionaba en el Hospital Nacional de Clínicas, dedicándose a la gastroenterología durante dos años. Pero poco tiempo después -inquieto por su deseo de encontrar respuestas a algunos enigmas de la naturaleza- abandonó la práctica médica para consagrarse a la investigación científica pura.
Conociendo bien los trabajos del profesor de Fisiología Bernardo A. Houssay, resolvió incorporarse al instituto que éste dirigía, y que funcionaba en el viejo edificio de la Facultad de Medicina. Así, Leloir comenzó a trabajar en el Instituto de Fisiología para realizar su tesis de doctorado, que a propuesta de Houssay trató sobre Las glándulas suprarrenales en el metabolismo de los hidratos de carbono -y que resultó ganadora del Premio de la Facultad de Medicina de Buenos Aires en 1934. Para llevar adelante esta investigación se necesitaba contar con conocimientos de técnica bioquímica, por lo que Leloir siguió algunos cursos en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. En esta Facultad, aunque no llegó a completar la carrera, sí adquirió los conocimientos que serían luego la base de sus notables trabajos de investigación y también definió su futuro científico: pasó de la Medicina a la Bioquímica. Esta disciplina, rama de la Química, había nacido en los inicios del presente siglo y se desarrolló en forma acelerada. Gracias a ella se pudieron conocer la estructura química de la mayor parte de las vitaminas y hormonas.
Luego de doctorarse en medicina Leloir partió a Inglaterra, al Biochemical Laboratory, de la Universidad de Cambridge, que dirigía el profesor Frederick Gowland Hopkins, ganador del Premio Nobel en 1929 por su descubrimiento de las vitaminas.
Cuando regresó, en 1937, se reincorporó al Instituto de Fisiología, desempeñándose como ayudante de investigaciones hasta 1943. En un ámbito con marcadas limitaciones materiales investigaba metódica e intensamente y se integraba muy bien a los equipos de trabajo. Con el doctor Juan María Muñoz -químico de personalidad original, ya que era además odontólogo y médico- realizaron experiencias sobre el metabolismo del alcohol.
Después se sumó a Juan Carlos Fasciolo, Eduardo Braun Menéndez, Juan María Muñoz y Alberto Taquini para llevar adelante observaciones sobre aspectos fundamentales de la hipertensión arterial. Cuando el riñón sufre una disminución de la irrigación sanguínea libera una sustancia -renina- vinculada al aumento de la presión arterial. El grupo logró comprobar que la renina actuaba sobre una proteína de la sangre y es ésta la que produce la hipertensión: la llamaron hipertensina. También descubrieron que en los tejidos y en la sangre existía otra sustancia que destruía la hipertensina. De estas investigaciones surgió el libro Hipertensión Arterial Nefrógena, publicado en 1943, que obtuvo el tercer premio Nacional de Ciencias y que fue traducido al inglés y publicado en los Estados Unidos en 1946.
En 1941, paralelamente a sus investigaciones, Leloir comenzó su carrera de profesorado de Fisiología en la cátedra de Houssay, pero la abandonó en 1943, cuando su maestro fue destituido por haber firmado junto a otros profesores un manifiesto en el que pedían el restablecimiento de la democracia después del golpe de estado del 4 de junio de ese mismo año. Como protesta también renunció a su cargo en el Instituto de Fisiología y decidió irse a seguir su labor en el exterior. El laboratorio de Carl Gerty Cori -Premio Nobel de Medicina- en St. Louis, Estados Unidos, fue el sitio elegido. Allí trabajó durante seis meses en el estudio de la formación del ácido cítrico. Luego fue al Colegio de Médicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Cuando regresó a la Argentina volvió a trabajar con Houssay, pero esta vez en el ámbito del Instituto de Biología y Medicina Experimental, una institución creada gracias al apoyo de fundaciones privadas.
Por iniciativa de Jaime Campomar, propietario de una importante industria textil, se fundó un instituto de investigación especializado en bioquímica que Leloir dirigiría desde su creación en 1947 y por 40 años. Este organismo empezó a funcionar en una pequeña casa de cuatro habitaciones separada sólo por una pared medianera del Instituto de Biología y Medicina Experimental. Como se trataba de una casa antigua y en mal estado, durante los días de lluvia, caía abundante agua en su interior, pero nada de esto desanimaba a Leloir. Poco tiempo después la sede del instituto se trasladó a un edificio mejor, naciendo así el Instituto de Investigaciones Bioquímicas, Fundación Campomar. Con la puesta en marcha de este Instituto se inició el capítulo más importante de la obra científica del doctor Leloir, que culminaría con la obtención del Premio Nobel de Química en 1970.
Con una excepcional voluntad, las investigaciones de Leloir en el Instituto avanzaron superando los inconvenientes que provocaba el muy modesto presupuesto disponible. Esta circunstancia lo exigía a usar toda su creatividad para concebir, en forma artesanal, parte del complejo instrumental necesario. En estas condiciones, su trabajo se orientó a un aspecto científico hasta entonces postergado: el proceso interno por el cual el hígado recibe glucosa -azúcar común- y produce glucógeno, el material de reserva energética del organismo.
A principios de 1948, el equipo de Leloir identificó los azúcar-nucleótidos, compuestos que desempeñan un papel fundamental en el metabolismo (transformación por el cuerpo de los hidratos de carbono). Pocos descubrimientos han tenido tanta influencia en la investigación bioquímica como este, que convirtió al laboratorio del Instituto en un centro de investigación mundialmente reconocido.
Leloir recibió inmediatamente el Premio de la Sociedad Científica Argentina, el primero de una larga lista de reconocimientos nacionales y extranjeros previos y posteriores al Premio Nobel de Química de 1970. En el vocabulario científico internacional se denomina «el camino de Leloir» al conjunto de descubrimientos que llevó al gran científico argentino a determinar cómo los alimentos se transforman en azúcares y sirven de combustible a la vida humana.
La fundación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en el año 1958, permitió asociar al Instituto de Bioquímica con la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires y aumentar el número de investigadores. A su vez, esta Facultad creó su propio Instituto de Investigaciones Bioquímicas y designó director al doctor Leloir, quien también fue nombrado Profesor Extraordinario.
Numerosas instituciones científicas lo incorporaron como miembro: la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, la Academia de Ciencias de Chile, la Academia Pontificia de Ciencias, la Biochemical Society, la Royal Society de Londres, la Societé de Biologie de París, la Academia de Ciencias de Francia y la Academia de Ciencias de Buenos Aires.
La resonancia que provocó en nuestro país la adjudicación del Premio Nobel al doctor Leloir despertó el interés de las autoridades que dotaron a su laboratorio con los elementos y el equipamiento necesario para que pudiera continuar su labor científica y transmitir su saber a un importante grupo de colaboradores y discípulos. El equipo de investigación dirigido por Leloir también inició el estudio de las glicoproteínas -una familia de proteínas asociadas con los azúcares- y determinó la causa de la galactosemia, una grave enfermedad manifestada en la intolerancia a la leche.
Luis Federico Leloir -como su maestro, el también Premio Nobel Bernardo A. Houssay- hizo del trabajo disciplinado y constante una rutina y sus admirables logros no lo apartaron de la sencillez, su otra costumbre. Pocos años antes de su muerte Leloir pudo inaugurar, frente al Parque Centenario, un nuevo edificio para el Instituto de Investigaciones Bioquímicas, que se veía desbordado por la gran cantidad de estudiantes, becarios e investigadores que querían trabajar en él. Sus valores éticos y sus ciencias siguen siendo un ejemplo para el mundo y un orgullo para los argentinos.
Leloir formó parte de la escuela de Houssay, de quien fue discípulo y amigo. Pero su trayectoria fue tan importante como la de su maestro.
Recibido de médico, y mientras era interno del hospital Ramos Mejía, se interesó por la tarea de laboratorio. Leloir se especializó en el metabolismo de los hidratos de carbono.
Fue a principios de los años – 40 cuando se acercó al Instituto dirigido por Houssay, antecedente del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de la Fundación Campomar, que Leloir dirigiría desde su creación en 1947 y durante 40 años.
Por ese entonces, Leloir compartía sus trabajos de laboratorio con la docencia como profesor externo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, tarea que sólo interrumpió para realizar viajes al exterior con el fin de completar estudios en Cambridge, el Enzime Research Laboratory de los Estados Unidos y otros importantes centros científicos del mundo.
Con una excepcional voluntad, las investigaciones de Leloir en el Instituto superaron los escollos de un presupuesto modesto que obligaba a usar cajones de madera como sillas y a fabricar complejos instrumentos de forma casera. En estas condiciones, su trabajó se orientó a un aspecto científico hasta entonces postergado: el proceso interno por el cual el hígado recibe glucosa y produce glucógeno, el material de reserva energética del organismo.
A principios de 1948, el equipo de Leloir identificó los azucarnucleótidos, compuestos que desempeñan un papel fundamental en el metabolismo de los hidratos de carbono, descubrimiento que convirtió al laboratorio del Instituto en un centro de investigación mundialmente reconocido.
A las ocho de la mañana del 27 de octubre de 1970 llego a la casa del Doctor L. F. Leloir la noticia de que había sido distinguido con el Premio Nobel de Química. Sus parientes estaban excitados, pero el doctor Leloir no cambio la rutina: se vistió con calma, desayuno con los suyos y condujo el automóvil hasta el laboratorio. Allí lo aguardaban numerosos colegas y un cerco periodístico del cual emergió, con bastante dificultad, un señor muy pulcro que con acento extranjero le dijo: ‘ Yo debería haber sido el primero en darle la noticia, soy el embajador de Suecia’. El doctor Leloir aceptó los saludos y parecía tranquilo, pero su forma de hablar denotaba la emoción que lo embargaba. Poco después, el 10 de diciembre, en la sala de conciertos de la Real Academia de Ciencias de Suecia, el Rey Gustavo Adolfo le entregaba la medalla y el diploma. En varios reportajes recordó la figura señera del Dr. Houssay.
Autor: Leloir, Luis F.
Título: Suprarrenales y metabolismo de los hidratos de carbono.
Fuente: Buenos Aires; s.n.; 1934. 188 p. (4498).
Tesis: Presentada en la Universidad Nacional de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Médicas para obtención del grado de Doctor en Medicina.
Localización: 4498.
Descriptores: CARBOHIDRATOS/metab
GLANDULAS SUPRARRENALES/metab
GLANDULAS SUPRARRENALES/secr
ENDOCRINOLOGIA
Nació en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires el 8 de octubre de 1927, donde vivió hasta 1945. Se trasladó a Buenos Aires para estudiar en la Universidad y cuatro años más tarde, en 1956, se graduó de Licenciado y luego de Doctor en Química en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
En 1957 se presentó y fue seleccionado por concurso para desempeñarse como investigador en el Instituto Nacional de Microbiología Carlos Malbrán, que en esa época transcurría en un momento brillante con la conducción de su director, Ignacio Pirosky. Poco tiempo después, en 1958, Milstein partió rumbo a Cambridge, Inglaterra, favorecido por una beca. El lugar elegido fue el Medical Center Research, uno de los centros científicos mundialmente reconocidos por su excelencia, y donde trabajaba Frederick Sanger -catorce años más tarde fue Premio Nobel de Física-, que fue su director de investigaciones. Al terminar la beca, logró una prórroga por dos años más, que fue aceptada de inmediato por el Dr. Pirovsky.
Regresó a la Argentina, en 1961, y Milstein fue nombrado jefe del Departamento de Biología Molecular del Instituto Malbrán, recientemente creado. En el desempeño de este cargo, además de dedicarse al trabajo propiamente científico, quiso servir al mantenimiento físico del propio Instituto, fabricando él mismo parte de los muebles que se necesitaba para llevar a cabo las distintas prácticas, o arreglando mobiliario arruinado y ya inútiles; su habilidad como carpintero y las dificultades presupuestarias se relacionaban en forma directa con este hecho.
Tras la caída del presidente Arturo Frondizi, el Malbrán fue intervenido y el trabajo de Milstein, perjudicado: diversos contratiempos político-institucionales, que incluyeron gran cantidad de cesantías, inquietaron a su grupo en la etapa crucial de un programa de estudios muy avanzados para el contexto de entonces, incluso a nivel mundial. Milstein era uno de los que no había sido directamente perjudicado, aunque ya estaba cansado de las gestiones y las trampas, de las intrigas y de los comentarios arteros: todo esto le restaba la energía necesaria para dedicarse a sus actividades científicas. Ocurrió durante el gobierno del presidente provisional José María Guido. Volvió a Inglaterra para radicarse en forma definitiva.
Regresó en varias oportunidades a la Argentina, en 1965 y 1970 por motivos científicos y en 1973 y 1975, por motivos familiares.
En 1980 recibió los Premios Lovisa Gross Horowitz, otorgado por la Universidad de Columbia, EEUU y el de la Fundación Wolf de Israel. En 1981, compartió con George Köhler, el Premio de la Fundación Gairdner de la New York Medical Society.
En mayo de 1984, fue invitado a inaugurar en Buenos Aires, la Cátedra abierta de Ciencias y Filosofía «Florentino Ameghino».
Durante las varias décadas que la ciencia aplicada intentó con diferente suerte fabricar líneas de anticuerpos puros en forma artificial, es decir, inmunosueros capaces de detectar y enfrentarse a una parte específica del antígeno con la esperanza de poder vencerlo. Para Milstein, esta posibilidad se fue convirtiendo de a poco en una obsesión que llevó consigo durante años, hasta que finalmente pudo convertirla en hipótesis, primero, y en un logro después, con la colaboración con su colega George Köhler.
Milstein y Köhler debieron ingeniárselas entre 1973 y 1975 para lograr configurar los llamados anticuerpos monoclonales, de una pureza máxima, y por lo tanto mayor eficacia en cuanto a la detección y posible curación de enfermedades.
En 1983, Cesar Milstein se convirtió en Jefe y Director de la División de Química de Proteínas y Ácidos Nucleicos de la Universidad de Cambridge.
Para entonces, Inglaterra lo había adoptado como ciudadano y científico.
El 16 de octubre de 1984 se conoció la noticia que Cesar Milstein de 57 años, era galardonado con el Premio Nobel de Medicina, compartido con el alemán George J. Köhler de 38 años y el dinamarqués Niels K.Jerne de 73 años, por sus trabajos sobre inmunología y anticuerpos monoclonales, cruciales en el tratamiento de las enfermedades cancerosas; el síndrome de inmunológico adquirido en el transplante de órganos y muchas otras posibilidades. El Instituto Karolinska de Estocolmo seleccionó, teniendo en cuenta a Jerne, a los tres grandes teóricos de la inmunología y que difundieron las tres principales teorías entre 1955 y 1974, llevando a que la inmunología moderna se percatara que la reacción inmunológica del organismo «está regulada por una compleja red de anticuerpos y contraanticuerpos» y que la teoría de la red es factor clave en la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades.
La contribución del argentino Milstein y el alemán Köhler, consistió en el desarrollo de la llamada técnica de hibridoma, para producir sustancias llamadas anticuerpos monoclonales, es decir idénticos entre sí. Ambos científicos trabajaron en la Universidad de Cambridge.
El gran hallazgo que le valió a Milstein el Premio Nobel produjo una revolución en el proceso de reconocimiento y lectura de las células y de moléculas extrañas al sistema inmunológico. Los anticuerpos monoclonales pueden dirigirse contra un blanco específico y tienen por lo tanto una enorme diversidad de aplicaciones en diagnósticos, tratamientos oncológicos, en la producción de vacunas y en campos de la industria y la biotecnología.
En cuanto a sus posibilidades de precisión para la realización de trasplantes, el uso de los monoclonales permiten establecer el grado de afinidad entre los órganos y el organismo receptor, de tal modo de diagnosticar de antemano si el órgano trasplantado sufrirá o no rechazo.
El Premio compartido ascendió a 190 mil dólares. Su verdadera importancia es que el trabajo abrió una nueva etapa en la Medicina, ya que al fusionar los linfocitos B, que tienen una vida media limitada en la producción de anticuerpos, con las células tumorales de vida limitada, se logró un híbrido de ambas de acción permanente, lo que significó un gran avance en la inmunología moderna, sobre todo para el diagnóstico y tratamiento de gran número de enfermedades.Cesar Milstein continuó trabajando en el Laboratorio de Biología Molecular de Cambridge y visitó la Argentina con bastante frecuencia.
En 1987 fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Bahía Blanca y recibió el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional del Sur. En 1993 obtuvo el premio Konex de Brillante, en Buenos Aires.
En la madrugada del 24 de marzo de 2002, falleció César Milstein a los 74 años de una afección cardíaca en Cambridge. En 1993, el científico había sufrido un infarto de miocardio.
Tesoros de la colección de la Biblioteca de la Academia Nacional de Medicina Buenos Aires, clickee en la imagen de su interés para ver el contenido detallado de cada libro:
Paré, Ambroise. Les oeuvres [Paris, Gabriel Buon, 1585]
Gautier Dagoty. Anatomie de la tete. Anatomie generale des visceres en situation [Paris, Chez le Sieur Gautier, 1748]
Vesalii, Andreae. De humani corporis fabrica [libri septem: selectio tabularumNºXII,1543]
Descourtilz, M. E. Voyages d’un naturaliste et ses observations [París, Dufart, 1809]
Plinio Secondo, Caio. Historia naturale, Plinio vulgare [Incunable. Venezia, Bartolamio de Zani de Portesio, 1489]
Angelique Marguerite Le Boursier du Courdray. Abregé de l’art des accouchements [Paris, 1769]
Gualtheri H. Ryff. Omnium humani corporis, partium descriptio seu ut vocant anatomia [Pistoris, 1541]
Tomae Sydenham. Opera medica [Venetiis,1762]
Ludwig Feuillee. Beschreibung für arzenen dienlicher pflanzen, welche in den reichen des mittagigent America [Nürnberg, 1753]
Galeno. De usu partium corporis humani, libri XVII [Lugduni, 1550]